Francisco Vicente Agulló Sánchez
Los bancos al final son infames
Últimamente y por la situación económica del país es frecuente
encontrarse que por efecto de las ejecuciones bancarias nos encontremos
con desahucios de viviendas, con familias, parejas o solteros que se
quedan en la calle, casi mendigando y muy cerca de la miseria. Puede ser
que los que no nos encontramos en esa situación pensemos que «ellos se
lo han buscado». Sin embargo, rascando un poco más en la superficie de
tal situación nos hallamos con una explicación diferente, simplemente
que les han dado los fondos suficientes para tener una vida propia, una
ilusión de la cual vivir o una vida repleta de adversidades pero llena
de trabajo, unión y esperanza. Puede ser que las entidades financieras
se equivocaran y hayan realizado una «mala praxis bancaria», puede ser
que formaran, sin quererlo o queriendo, familias con un hogar sin los
recursos necesarios, puede ser que sus expectativas fueran mucho mayores
de las realmente acaecidas. Aparte de lo anterior, lo que es infame y
repugnante es que los bancos una vez que han desahuciado a las personas,
encima, no cumplan con sus obligaciones como propietario, aquello a que
les obliga la legislación española y no paguen sus recibos de comunidad
de propietarios, impuestos sobre bienes inmuebles ni se haga cargo de
las obligaciones inherentes a la propiedad adquirida tan escabrosamente.
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