Si hemos cedido la política monetaria a la CEE, tanto en
las decisiones relativas al tipo de interés como en la oferta monetaria,
o sea, la capacidad de emitir moneda nueva. Si la política fiscal, o
sea, la capacidad del Gobierno para aplicar nuestros recursos a ciertos
incentivos, proyectos o subvenciones en determinados sectores o
actuaciones, está sujeta a reglas muy estrictas por parte de la CEE y
si no podemos inyectar una jeringuilla a la yugular del consumo
doméstico porque los procesos de asignación son corruptos, ineficientes y
serían políticas que aumentaría el déficit. No me queda más que
preguntar… ¿Qué margen de gobernabilidad económica nos queda sobre
nuestro propio país? Y es más ¿No seremos la ciudadanía una lágrima
compungida que cae en el río caudaloso de la iniquidad de los políticos,
y por tanto, de los especuladores financieros, banca y grandes
empresas?
Por cierto, el ciudadano en democracia siempre cree que
el sistema les asistirá y ante situaciones como las antes descritas sólo
le cabe consolarse con La Religión, La Justicia o con ambas, sin
embargo la más plausible y cercana es La Justicia. Si el sistema
judicial nos falla, se corrompe o tiene que pagar pleitesía a los
políticos y sus protegidos… Yo dimito de la democracia.
Francisco Vicente Agulló Sánchez.
Opinión publicada en:
Permíteme que dimita contigo... cuando veo lo que sucede en España, donde los derechos de los trabajadores son pisoteados en pos de la eficacia económica (¿del trabajador?), donde la constitución se cambia igual que se como se creó, es decir, a espaldas del pueblo y sin su opinión, sólamente para que europa nos dé el visto bueno en lo que a déficit se refiere... cuando en Grecia los políticos, en un verdadero golpe de estado "democrático" donde los políticos de uno y otro bando se unen, otra vez a espaldas del pueblo, y pactan para someterse al euro unas medidas inaceptables para los que gobiernan... entonces lo único que uno puede sentir es naúseas ante estos regímenes.
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