viernes, 3 de febrero de 2012


FUSIONES BANCARIAS EN CONTRA DE LO IDÍLICO.
El sistema capitalista siempre ha promovido que los mercados sean privados y de libre acceso a las empresas. El argumento principal es que la competitividad, entre empresas privadas para conseguir la cuota de mercado suficiente que asegure su estabilidad económica indefinida,  fomenta la eficiente asignación de los recursos. O sea, la producción, de bienes y servicios, con la premisa de que el consumidor pagará el precio justo con el beneficio empresarial exacto para la permanencia indefinida de la empresa.
Todo este argumento es idílico económicamente. Pero nos encontramos con auténticas bofetadas en la cara cuando analizamos la pura realidad.  Existen muchos ejemplos (Energéticas, Comunicación, Tabacaleras, Petrolíferas… etc.) pero hoy quiero referirme a un sector que nos afecta a todos y que especialmente debería ser idílico en el sentido apuntado anteriormente: Los Bancos y Entidades Financieras.
Con las fusiones propuestas por este gobierno únicamente se produce un recorte de la libre competencia, un predominio de pocos sobre un mercado estratégico y una mayor dependencia estatal sobre los pocos oligopolistas que resulten de las fusiones. Al ciudadano le huele a chamusquina, más aún cuando en los últimos años los organismos encargados de verificar el buen funcionamiento de estas empresas u oligopolios (Comisión Nacional de la Competencia, Banco de España  o Institutos de Finanzas de las Comunidades) han fallado escandalosamente en el ejercicio de sus funciones con repercusiones irreparables para los ciudadanos españoles.

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