El PP y la salud democrática
Tengo muchos
amigos que son votantes habituales del PP y sus argumentos me perecen no tan
alejados de los míos, incluso algunas veces estamos totalmente de acuerdo en
grandes temas de interés nacional. La gran mayoría de los españoles estamos de
acuerdo en que la Justicia debe investigar los casos de corrupción política,
económica y financiera con celeridad y eficiencia, en que se persiga la evasión
de capitales y la defraudación fiscal, en que se investigue las relaciones de
las grandes empresas, entidades y políticos con los paraísos fiscales? etc. Sin
embargo, estos grandes temas no se reflejan en la práctica política diaria de
sus representantes, como en otros partidos, indignante pero lamentablemente
nada nuevo en el horizonte. Voy a tomar uno de los muchos ejemplos que podría
para demostrar la pérfida salud democrática española. El
martes 30 de octubre en el Ayuntamiento de Madrid la dirección del PP
propuso la abstención ante la propuesta de dar el nombre de Santiago Carrillo a
una calle o espacio público relevante. Doce de los ediles populares optaron por
ausentarse del pleno para no votar a lo que la disciplina de voto de su partido
les obligaba. Parecería lógico que fueran consecuentes con sus ideas, que
ejerciesen su cargo representativo y que rompiendo la disciplina de voto se
hubieran quedado en la sala y votado en contra de la propuesta. Les recuerdo a
los ediles interpelados que cualquier trabajador con la nueva Reforma Laboral
podría ser despedido procedentemente por ausentarse injustificadamente o hacer
novillos de sus responsabilidades. Si extrapolamos los tantos por cien de
dichos ediles sobre el total del mismo partido a los votantes del PP, nos
encontraríamos que un 30% hubiera votado en contra y que el 70% se hubiera
abstenido. Incluso algún pequeño tanto por cien hubiera votado a favor. Desde
mi punto de vista creo que ese 30% es tan potente histórica y económicamente
que acaparan el poder en mayor grado que su representatividad en votos. La
consecuencia clara de toda la argumentación anterior es que el PP aglutina a
dos facciones tan definidas como casi antagónicas dentro de la derecha
española, el centro derecha y la derecha clásica, y que por salud democrática
de este país deberían formar dos partidos diferentes para expresar sin coacciones
ni cortapisas sus posiciones, o como mínimo, tendríamos, de alguna forma, que
erradicar la disciplina de voto partidista del funcionamiento democrático de
este país.
Francisco Vicente Agulló Sánchez
Opinión publicada en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario